miércoles, 30 de mayo de 2012

Albigenses

Esta herejía se desarrolló en la edad media en el pueblo de Albi al Sur de Francia. Enseñaba que habían dos dioses: el dios bueno de la luz el cual se refería usualmente a Jesús en el Nuevo Testamento y el dios de la oscuridad y la maldad asociado usualmente con Satanás y al “Dios del Antiguo Testamento”. Toda cosa material era considerada maligna incluyendo el cuerpo el cual fue creado por Satanás negando así, la resurrección de éste. El alma, creada por el dios bueno, era prisionera en la carne maligna y la salvación era posible sólo a través de vivir una vida santa y hacer buenas obras. Al momento de la muerte si la persona había sido suficientemente espiritual, la salvación llegaba al creyente; pero si la persona no había lo suficientemente buena, se encarnaba en un animal o como otro ser humano.
Enseñaban también que Jesús era Dios pero que sólo apareció como hombre mientras estaba en la tierra. Según sus enseñanzas, la iglesia Católica de la época era corrupta por su exceso de poder y bienestar económico. El ascetismo y la humildad que los caracterizaba comparada a la gran riqueza de los clérigos le ayudaron a traer a muchos convertidos a este movimiento evangelístico.
Habían dos tipos de Albigenses: los Creyentes y los Perfectos. Los Creyentes eran Albigenses que no habían tomado el rito de iniciación de ser un Perfecto. Los Perfectos denunciaban toda posesión material: se abstenían de comer carne, leche, queso, huevos y de tener relaciones sexuales. Para llegar a ser Perfecto un creyente tenía que pasar a través del consolamentum, un rito de iniciación que involucraba la imposición de manos que supuestamente traía el bautismo del Espíritu Santo. El suicidio, practicado con no mucha frecuencia, era una forma de escapar de este cuerpo humano maligno.
En 1208, Pedro de Castelnau, un representante oficial del Papa, fue asesinado por Albigenses. Debido a su incremento en número se convirtieron en una amenaza y debido a que no se convertían al Cristianismo, el Papa Inocencio II ordenó que fueran eliminados. La persecución fue encarnizada y el movimiento fue detenido.

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